La Gallina o la Salida
Basado en el artículo de Subtext escrito por Osarumen Osamuy and Derin Adebayo
Por Martin Aspillaga, Partner @ Salkantay
El Capital de Riesgo (“Venture Capital” en inglés, “VC”) es una industria relativamente nueva en el mundo. Se remonta a mediados del siglo XX y tiene una historia aún más reciente en América Latina. Sin embargo, eso no significa que los principios detrás del Capital de Riesgo sean tan recientes. Durante milenios, el espacio para los emprendedores que asumen riesgos y el “Capital de la aventura” estuvo concentrado en el mar. De hecho, la “ley del mar” era un conjunto de reglas que liberaba a los equipos emprendedores marítimos de las rígidas estructuras del comercio terrestre y abría el juego a la experimentación y la innovación. Los comerciantes venecianos y los balleneros norteamericanos dependían del capital asignado por los intermediarios de puerto y dependían de estructuras de incentivos muy similares a las de la relación “LP / GP” moderna a través de fondos de VC. Los marinos que regresaban de las Indias o de una rentable cacería de ballenas podrían esperar un 20% de “acarreo” o “carry” de la carga transportada.
Entonces, a pesar de su corta historia en la región, ¿hay alguna forma en que podamos trazar mejor el futuro de VC en Latam, extrayendo aprendizajes de la historia de los aventureros y los tomadores de riesgos? ¿O nos estamos aventurando en un territorio verdaderamente desconocido? El capital de riesgo y el emprendimiento tuvieron dos años increíblemente transformadores en 2019 y 2020 en Latam. El 2019 fue el “año de los récords de inversión”, cuando el capital llegó con fuerza a los polos de innovación de América Latina, logrando en un año igualar al total invertido en los últimos cinco ($ 4,600 millones). Por otro lado, 2020 fue “el año en que todo cambió”, ya que Covid-19 movilizó a los consumidores latinoamericanos hacia la economía digital, logrando un mayor crecimiento en la penetración del consumo durante un corto período de 10 semanas en la primera ola versus todo lo logrado en la última década.
Ahora la pregunta es qué implican estos hitos logrados en la ruta de progreso de Latam, desde un “ecosistema naciente”, más allá del “hype” logrado por los niveles explosivos de inversión. Los niveles récord de inversión y de emprendedurismo forman parte de lo que debe suceder para que nuestra región progrese hacia un ecosistema más “maduro” que tenga tanto altos niveles de inversión como un nivel importante de “exits” que alimenten a la industria de capital de riesgo y al sistema como un todo.
Este dilema de “La gallina o la salida” abre muchas preguntas. ¿Qué impulsará el próximo salto evolutivo en Latam? ¿Será un repunte en niveles récord de inversión? ¿Más actividad de fusiones y adquisiciones procedente, sobre todo, de los unicornios recién acuñados? ¿Incremento de la participación de las empresas? ¿Un aumento constante de salidas? La respuesta debe incluir todo lo anterior y más. Creemos que la pieza faltante se materializó en 2020, cuando sectores enteros de la economía se volvieron, de improviso, digitales/remotos, abriendo enormes oportunidades para el comercio electrónico, la tecnología educativa, la tecnología de la salud, la tecnología financiera y las plataformas comerciales. Al igual que un grupo de ballenas que avanza silenciosamente a distancia, a plena vista desde la cubierta, o como el avistamiento matutino de la distante Calicut, el auge digital en la economía real de Latam en 2020 es la fuente detrás de mayores niveles de inversión, nuevos unicornios, más fusiones y adquisiciones y, finalmente, más salidas.